La caza genera 6.475 millones de euros y emplea a 187.000 personas en España

El gasto traccionado (efecto económico directo, indirecto e inducido) de la actividad cinegética en España es de más 6.475 M? al año y crea 187.000 puestos de trabajo, según el primer informe Impacto Económico y Social de la Caza en España, elaborado por Deloitte para Fundación Artemisan. Asimismo, el gasto directo de la actividad cinegética supera los 5.470 M?.

La actividad cinegética representa el 0,3% del PIB, que equivale al 13% del sector agrícola, ganadero y pesquero, al 4% del sector de la construcción o al 9% del sector financiero. 

El estudio ha sido presentado hoy en Madrid por parte de José Luis López-Schümmer, presidente de la Fundación Artemisan, y de María Lambarri, gerente de Estrategia y Operaciones de Deloitte, con la participación de Esperanza Orellana, directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal, y de Alfonso Codes, secretario general técnico del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.

En su intervención, José Luis López-Schümmer ha resaltado que “nunca se había realizado en España un estudio de esta profundidad que no solo refleja la contribución económica de la caza, sino que valora su importancia desde el punto de vista social y ambiental, estimando la inversión de los cazadores y gestores cinegéticos en la conservación de nuestro medio natural”. De hecho, López-Schümmer ha destacado que “los gestores cinegéticos invierten cerca de 300 M€ en la conservación y mantenimiento de infraestructuras forestales, por lo que es necesario un reconocimiento sin tapujos de la importancia del sector cinegético”.

El presidente de Artemisan ha defendido que “es hora de poner en valor la caza, sin complejos, que se entienda la profesionalización que ha sufrido el sector en los últimos años y se haga una apuesta verdadera, más allá de las buenas palabras, en el desarrollo de un gran proyecto para el mundo de la Caza en España”.

Generación de riqueza, empleo y aportación a las arcas públicas

Con respecto al empleo, la caza mantuvo casi 187.000 puestos de trabajo anuales (el 1% de la población activa en España), de los cuales cerca de 45.500 empleos fueron empleos directos generados por titulares de cotos y organizaciones profesionales de caza. Si realizamos una comparativa con otras actividades intensivas en empleo, la dimensión de la actividad cinegética, en términos de empleo, representa el 81% de la ocupación que crea el sector de fabricantes de vehículo a motor o casi la mitad de los trabajadores ocupados en servicios de alojamiento.

Según el informe de Fundación Artemisan, por cada euro gastado en la actividad se generan 1,18€ de PIB. Además, la actividad cinegética contribuye a la recaudación de las haciendas públicas españolas de más de 614 M€, de los que el 33% son aportados directamente en concepto de tasas e impuestos por cazadores, rehaleros y gestores de terrenos cinegéticos.

La caza forma parte del acervo cultural de la sociedad española y es practicada por cerca de 800.000 personas, de las que 334.000 cuentan con licencia federativa, consolidándose en el tercer deporte más practicado en España, tras el fútbol y el baloncesto. España es, además, uno de los países con mayor número de licencias, por detrás de Francia.

Gasto medio de cazadores y otros actores del sector

El estudio también describe el perfil medio del cazador español: hombre asalariado, de más de 46 años, con estudios universitarios y que gasta una media anual de 9.694€ en la actividad. Practica tanto caza mayor y menor, mayoritariamente en cotos privados de caza, y sus principales destinos para la práctica de la caza son las comunidades de Castilla-La Mancha (86%), Castilla y León (35%), Andalucía (34%) y Extremadura (33%). 

Respecto al gasto medio anual, otros actores del sector, como los rehaleros alcanzan los 10.140€, los titulares de coto los 41.885€ y los organizadores profesionales de caza, una media de 81.883€ de gasto medio anual.

España es uno de los principales destinos para cazadores de todo el mundo, especialmente europeos, tanto por su diversidad como por las distintas modalidades de caza. El 87% del territorio español está declarado como de aprovechamiento cinegético, lo que suponen 43,8 millones de hectáreas, distribuidas en 32.817 cotos. El 19% del terreno cinegético nacional se concentra en Castilla y León, que es la comunidad autónoma con mayor extensión, seguida por Castilla-La Mancha y Andalucía, con un 16% cada una.

El 82,6% de los terrenos cinegéticos están organizados en cotos privados, el 7% en cotos deportivos y el 10% por el resto de tipologías de terreno. 

Contribución social: educación, seguridad vial, reducción de siniestros agrícolas y arraigo social 

La contribución social de la actividad cinegética se materializa en varios ámbitos, entre los que destacan las actividades de educación y sensibilización, que desarrollan los cotos y sociedades de caza; el impacto positivo en seguridad vial, sanidad animal y reducción de siniestros agrícolas y el arraigo social que crea la propia actividad junto con el valor cultural de algunas modalidades de caza, como la cetrería.

Respecto a la seguridad vial, la caza evita la sobrepoblación de especies como los jabalíes y los corzos, que son los responsables del 54% de los accidentes en carreteras ocasionados por fauna silvestre. En cuanto a siniestros agrícolas, según datos de 2016 que recoge el informe, el 12% de los 147.432 siniestros agrícolas fueron causados por fauna silvestre, en su mayoría por especies cinegéticas.

La caza es también clave para el control poblacional de especies abundantes, como el jabalí y los cérvidos, contribuyendo a minimizar la expansión de enfermedades, con un coste económico elevado para las explotaciones ganaderas.

Contribución medioambiental: inversiones en la conservación de hábitats naturales y el control de sobrepoblaciones

Según el informe de Fundación Artemisan, la actividad cinegética contribuye directamente al mantenimiento y cuidado del medio ambiente gracias a que es una actividad clave para el control de sobrepoblaciones, así como de enfermedades animales, y la conservación de hábitats naturales. De hecho, la caza es reconocida por múltiples organismos internacionales (incluida la Comisión Europea) como un instrumento de gestión de la fauna silvestre y de los ecosistemas, por el impacto positivo que tiene tanto en las especies cinegéticas como en las que no lo son.

En la actualidad, se destinan conjuntamente 233 M€ en repoblaciones y otras inversiones de conservación medioambiental y 54 M€ al mantenimiento de accesos, pantanos, podas, mejora del monte, cortafuegos y cortaderos, entre otros. Estos casi 300 M€ que los diferentes sectores invierten en la Conservación del Medio Natural tienen una influencia muy positiva en la conservación de los hábitats.

El ejemplo más relevante de la labor ejercida por los actores cinegéticos en la preservación de la fauna silvestre es la recuperación del lince ibérico, gracias al mantenimiento en los cotos privados de las poblaciones de conejo de monte y perdiz que le sirven de alimento. De hecho, todos los planes de recuperación del lince ibérico destacan la necesidad de implicar a las sociedades de cazadores, que participan activamente en la elaboración y seguimiento de dichos planes.



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