«El 0,77 % de PACMA»

«El 0,77 % de PACMA»

Por José María Mancheño Luna, presidente de la Federación Andaluza de Caza

Para quienes trabajamos por la caza, el recuento electoral en la noche del pasado 9 de junio una vez finalizadas las Elecciones Europeas 2024 nos dejó una excelente noticia: el batacazo electoral del partido animalista PACMA, que perdió a más de la mitad de sus votantes y cosechó su peor resultado electoral en los últimos 15 años con 134.425 votos. Sólo en Andalucía existen más cazadores (más de 200.000) que personas votaron a PACMA en España en las últimas Europeas.

Esto significa que PACMA solo representa a un 0,77% de los votantes españoles. Una cifra que demuestra el desapego generalizado con un partido sumido, desde hace más de una década, en una caída que parece no tener fin y que responde a una manera de hacer política basada en la incitación al odio y en la que las propuestas, sean del tipo que sean, brillan por su ausencia.

Conviene no ser hipócritas: es una gran satisfacción que sólo el 0,77% de los votantes españoles apoyen a un partido creado para infundir el odio contra quienes practican actividades como la caza que, independientemente de gustos y preferencias, son legales y contribuyen a la conservación y al desarrollo socioeconómico del mundo rural.

También es una alegría saber que este estrepitoso fracaso electoral para PACMA supondrá mermar los ingresos obtenidos a través de fondos públicos para un partido que promueve la prohibición de actividades como la caza, que aportan 6.474 millones de euros al Producto Interior Bruto (PIB) y genera 187.000 empleos directos al año, según un estudio de Deloitte para la Fundación Artemisan. Conviene en este momento recordar que lejos de aportar al PIB, la actividad de PACMA y de multitud de grupos y asociaciones animalistas, que actúan como satélite de este partido, es subvencionada ampliamente por el erario público, al que aportan todos los españoles sin recibir, en muchos casos, mayor retorno que el odio o el rechazo de ese 0,77% que pretende acabar con cualquier ideología, moral y modo de vida que no cumple los dictados del animalismo.

Estos resultados deben servir a PACMA para abandonar ese manido argumento, empleado con frecuencia para atacar a los cazadores, que consiste en presentar a la caza como una actividad minoritaria que no debe ser atendida ni puesta en valor por la sociedad y por las administraciones públicas. Sin duda, si empleamos este argumento, la reivindicación y las propuestas de PACMA y el animalismo deben ponerse a la cola de cualquier interés social o político.

Estos resultados también deberían servir para hacer reflexionar a quienes representan y dirigen el partido animalista PACMA desde la indignidad: la difusión de noticias falsas, bulos y acusaciones contra la caza, en muchos casos a través de campañas subvencionadas en parte con dinero público, no calan en una sociedad que cada vez conoce más y mejor la verdad de una actividad que practican hombres y mujeres de todas las condiciones, ideologías y estratos sociales. Y aunque esa reflexión a la que hacía referencia quizás no guste a quienes va dirigida, es realmente sencilla: ¡se acabaron los chiringuitos… es el momento de trabajar!



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