La caza, que no es otra cosa que un aprovechamiento de los recursos naturales, como lo son la pesca, la madera, los pastos o la recogida de plantas y frutos, es rechazada por algunos sectores de la sociedad con el argumento de que su vigencia en el siglo XXI esta fuera de lugar, pues la necesidad de cazar para comer no existe, aunque es obvio que las piezas de caza abatidas, de una u otra manera, son consumidas en su totalidad por el ser humano igual que hace cien años. Entienden estos sectores o grupos, que la sociedad ha cambiado y que la caza no tiene sitio en una sociedad ética y digna como se presume es la nuestra. Critican los valores morales de los cazadores y proclaman su crueldad.

Sin embargo, viendo sucesos y comportamientos del ser humano, nos damos cuenta que las miserias de los hombres siguen siendo las mismas y que se mantienen en el tiempo, incluso acrecentadas en formas e intensidad. Basta ojear un diario o ver las noticias para comprobar indignidades y crueldades. Política, deporte, nobleza, banca, empresas, sindicatos, iglesia…, son salpicados por comportamientos indignos y delictivos. Corrupción, engaños, violencia, guerras, hambre, inmigración, refugiados, trata de personas…, son la noticia y la imagen constante y permanente de nuestro día a día. ¡Insolidaridad e hipocresía por todos lados!

¡Cómo en este contexto!, con esta sociedad salvaje y deshumanizada, hay quienes califican a la caza de indigna y cruel. La caza es una actividad más del hombre, que le ha servido y sirve de sustento. El cazador, como tal, no es un violento que necesite descargar sus iras a modo de ultra, en todo caso, la maldad o la violencia han de atribuirse a la naturaleza humana.

No comparto el afán ni la necesidad de justificar la práctica de la caza ante esta sociedad egoísta y cruel con sus semejantes, que poco o nada tiene que enseñarnos. El ser y sentirse cazador es algo natural que surge digna y espontáneamente. Harían bien, quienes dedican su tiempo y esfuerzo a desdeñar la caza, en analizar estos comportamientos y dedicarse a corregirlos, denunciarlos y evitarlos, no vaya a ser que de todas las crueldades del hombre, la más digna sea LA CAZA.



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