- 19/08/2010
- Categorías: Artículos, Cosas de Caza
El último fin de semana del pasado mes de julio tuve la oportunidad de convivir con los niños, niñas y monitores de los campamentos de verano que, desde hace cinco años años, celebramos en las instalaciones del Centro de Actividades Cinegéticas CARLOS ASTORGA. Cetrería, tiro con arco, perros de …
El último fin de semana del pasado mes de julio tuve la oportunidad de convivir con los niños, niñas y monitores de los campamentos de verano que, desde hace cinco años años, celebramos en las instalaciones del Centro de Actividades Cinegéticas CARLOS ASTORGA. Cetrería, tiro con arco, perros de muestra, silvestrismo, el lince ibérico, el quebrantahuesos, tiro al plato, etc… fuero los grandes protagonistas de 7 días intensos de actividad y alegría en nuestro Centro; siete días a los que puso el broche de oro el homenaje a la figura de Carlos Astorga, homenaje en el que los niños desempeñaron un papel muy importante.
En el marco de las diversas actividades que desarrollamos para mejorar la imagen de la caza y de los cazadores así como para “abrir” nuestro mundo a la sociedad en general, la organización de estos campamentos desempeñan un papel importante pues nos permite no sólo trasladar los valores de la caza a nuestros hijos, sino también a los hijos de no cazadores. Sorprende oír a niños y niñas hablar de la caza con absoluto respeto y comprensión a pesar de no pertenecer a nuestro mundo ni haber tenido contacto nunca antes con el mundo cinegético. Y escucharles hablar de lo bien que lo han pasado aprendiendo de fauna silvestre y también de caza.
No quiero insinuar en ningún caso que, tras esta experiencia, todos estos niños serán cazadores, pero sí puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que nuestra enseñanza les servirá, independientemente de una práctica futura, para entender y respetar la caza y a los cazadores y reconocer, en su justa medida, los valores de nuestra actividad.
Pude igualmente recoger los agradecimientos y felicitaciones de todos los padres y madres, cazadores y no cazadores, a los que agradecí personalmente la oportunidad que nos brindaron al permitirnos que durante siete días habláramos y enseñáramos a sus hijos e hijas sobre caza. La implicación de los niños y niñas en todas las actividades desarrolladas, su satisfacción, su deseo de volver en próximas ediciones así como la felicitación de los padres y madres hizo sentirme muy orgulloso de mi condición de cazador y del esfuerzo de la gente que forma nuestra Escuela de Caza por los objetivos conseguidos.