Abordamos lo que pudiéramos llamar la tercera de las fases en las que hemos dividido el hecho de tener un perro de caza. "Elección y cría de nuestro perro de caza", "Adiestramiento?. el principio de un futuro" y por último "Tenencia y cuidados: ¡una responsabilidad de todos!" Esta última, más por su duración que por cualquier otra cosa, es de vital importancia. Para cualquier cazador no hay nada como la tenencia durante muchos años de su perro caza, pues ello es la confirmación del éxito del proceso iniciado con la elección, la cría y el posterior adiestramiento. No hay tertulia donde no se haga referencia a esos perros que han envejecido con cada uno de nosotros y lo que nos hubiese gustado que su longevidad coincidiera con la nuestra. Frases como… ¡ésta me quita de cazador! son dedicadas a nuestros perros de caza, perros, que jamás se borran de nuestros recuerdos.

 La tenencia de nuestros perros ha evolucionado en función de la propia evolución del ser humano y en el caso de los perros de caza de una forma que la ha complicado en gran medida. Me explico: Mucho han cambiado los tiempos desde que en mi juventud disfrutaba de los veranos iniciándome en la caza junto a la única persona de mi familia -y es amplia- que tiraba al monte. Por entonces y como no podía ser de otra manera eran varios los podencos y garabitos que nos acompañaban en jornadas de caza más bien cortas, pues el fin no era otro que el de conseguir la pieza que habría de servir de alimento para ese o el siguiente día. Alguna tórtola, paloma o conejo servían para aquellos exquisitos guisos a los que nadie le ponía mala cara. Aquellos perros no conocían arnés ni correa alguna y entraban o salían de casa cuando les parecía para volver, tras su ronda a las mozas/os del barrio, al pintar el día. Vivian en aquellas casas con corrales inmensos, llenos de ruidos diurnos y nocturnos con los que convivíamos propios y vecinos sin que se alterara nuestro bienestar ni se provocaran quejas o rencillas. Se alimentaban de las sobras de comida e incluso de guisos preparados para ellos a base habas y despojos; en invierno dormían bajo los pesebres de las caballerías -lejos del alcance de sus cascos- y en verano bajo una de las higueras de, donde de vez en cuando, caía algún sabroso higo

Hoy es impensable que nadie en su sano juicio permita que su perro, sea cual sea, deambule por las calles de cualquier pueblo con el riesgo de ser atropellado o sustraído. Y nuestros perros han pasado de la plena libertad de aquellos tiempos a la severa estancia en el recinto maravillo y súper acondicionado de hoy en día. Comida seca extrusionada con un sin fin de porcentajes en función de la talla, pelo, raza, edad, actividad e incluso mes del año y agua, abundante agua, para empaparla. ¡Nada comparable a los sabores de aquellas sobras! No han podido responderme a la pregunta, pero creo entender, por sus gestos, que las pretensiones y prioridades de un perro no son las del ser humano y que él, cambiaría el mejor de los acomodos por la libertad de antaño.

Dicho lo anterior a modo de recordatorio nostálgico, debemos partir de la premisa de que un perro de caza no es solo un perro de compañía, que también, sino que como cualquier otro perro llamado a realizar un trabajo físico, necesita de unos cuidados que han de estar acorde con las necesidades de un verdadero deportista. Igualmente, tanto la elección como el adiestramiento que hemos realizado con nuestro perro de caza han estado orientados a la realización de esa función, por lo tanto la particular psicología del perro de caza necesita también de unos determinados cuidados.

La tenencia de los perros de caza se ha visto condicionada por esa evolución del ser humano a la que me refería, la forma de vida y sobre todo donde vivimos determinan la manera y el lugar de tenencia de nuestros perros. No hay cazador al que no le gustase vivir y dormir cerca de sus perros, pero la realidad es que en muchos casos esto es imposible y gran parte de ellos han de vivir en recintos o perreras apartadas lejos de nuestras casas o pisos. Esto no debiera suponer para el perro ningún prejuicio si somos conscientes de nuestra responsabilidad y obligaciones. Otro hecho desdeñable que condiciona desafortunadamente la tenencia de nuestros perros es el ROBO. Cantidad de ejemplares son sustraídos año tras año a sus propietarios en cualquier lugar, lo que hace que los dueños tengan que tomar medidas de protección que limitan la libertad y el bienestar de sus perros. La necesidad de vigilancia, seguimiento y castigo de quienes realizan estos actos vandálicos, así como la concienciación del colectivo de cazadores y veterinarios para denunciar el mercado de perros robados, se hacen imprescindibles para garantizar las mejores condiciones de tenencia y bienestar a nuestros perros de caza.

La tenencia responsable del perro de caza debe pasar, a mí entender, por las siguientes consideraciones:

Primera.- Ajustar el número de ejemplares a la capacidad de las instalaciones donde habitan y a nuestra capacidad para mantenerlos y cuidarlos en las mejores condiciones. Y no me refiero a ponerles agua y comida, sino a dedicarles diariamente un mínimo de tiempo. Un perro, cualquier perro, pero más si cabe un perro de caza, necesita del contacto y la compenetración con su dueño.

Segunda.- Disponer de unas instalaciones dignas, acondicionadas para albergar a nuestro perro de caza con total y absoluta comodidad e higiene. No necesariamente un perro ha de estar acostado en la butaca de casa para estar bien cuidado, pero son imprescindibles unas condiciones dignas y saludables.

Tercera.- La alimentación es un tema de vital importancia, pues el estado físico puede ser un elemento de riesgo para su salud. Un perro de caza con sobrepeso se expone a un riesgo real y en ocasiones trágico cuando comienza la temporada. Es imprescindible un control de cada uno de nuestros perros, conociendo sus necesidades y metabolismo.

Cuarta.- Debemos ser conscientes de que el mantenimiento del estado físico en unos perros que han de comenzar en una fecha determinada un duro trabajo y que no saben regularse, pues en ocasiones su afición les puede llevar hasta la extenuación con el riesgo que esto supone, es un elemento fundamental en la vida de nuestro perro.

Es en este punto donde quiero recalcar el título de este artículo… “Tenencia y cuidados: ¡Una responsabilidad de todos!” Es obvio, como ya he dicho, que un perro de caza es un deportista y no solo en lo físico sino también en lo psicológico, por lo tanto su actividad y preparación física han de ser permanentes, en ese sentido tanto la sociedad como las administraciones han de entender y facilitar que el perro de caza pueda mantener ese estado físico y psicológico imprescindible para no poner en riesgo su salud. Habilitar espacios amplios en terrenos periurbanos o no cinegéticos para el campeo permanente de perros de caza y establecer mecanismos de entrenamiento con anterioridad a la temporada de caza son medidas necesarias para una tenencia responsable.

Quinta.- La mesura en las exigencias y el conocimiento de las limitaciones son también parte de la tenencia responsable y cuidados de nuestros perros. Somos los dueños, los responsables del control de los factores que pudieran poner en riesgo a nuestro perro de caza, así, cazar con temperaturas altas, realizar sobre esfuerzos, etc., requieren por nuestra parte la mayor de las atenciones. Poner en riesgo la salud de nuestro perro para satisfacer nuestras pretensiones es una indignidad y un acto reprochable.

>El perro en general es un activo en la historia del ser humano, el perro de caza es, como lo son otros muchos perros que realizan funciones encomiables, un auxiliar del cazador. Su tenencia responsable y su cuidado son una OBLIGACIÓN ineludible, una cuestión de dignidad y una deuda permanente. 



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