Repoblación de conejos: Dónde, cuándo y cuántos

Cuentan algunas teorías, que cuando los fenicios desembarcaron en las costas españolas vieron tal cantidad de conejos, que bautizaron la nueva tierra como I-Saphan-in, literalmente tierra de conejos. En realidad, la traducción literal sería tierra de damanes, pero es que un damán, era la especie más parecida a un conejo que conocían los recién llegados y le aplicaron el mismo vocablo. Esta misma tierra fue Hispania para los romanos y actualmente España.

Efectivamente, el conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) parece que se originó como especie en la Península Ibérica y, desde ésta, se extendió al resto del continente, existiendo en la actualidad dos subespecies que se distribuyen por zonas biogeográficas distintas, desde la línea que uniría Galicia hasta Almería hacia el este (Oryctolagus cuniculus cuniculus)  y hacia el oeste (Oryctolagus cuniculus algirus), esta última la que encontramos en la mayor parte de Andalucía salvo algunas poblaciones del norte de Córdoba, Jaén, Granada y Almería.
 
En la sección que este mes inauguramos, pretendemos dar a conocer algunos resultados científicos que tengan interés desde el punto de vista cinegético, y nos parecía acertado comenzar la misma con una especie tan emblemática de nuestros campos como el conejo. En concreto, nos centraremos en una publicación de Moreno y colaboradores (2004) publicada en la prestigiosa revista estadounidense Biological Conservation, sobre la eficiencia de algunas características de las repoblaciones de conejos en España, más concretamente en el Parque Nacional de Doñana. 
 
Como pasos previos que garantizasen la fiabilidad de los resultados obtenidos, los investigadores tuvieron en consideración varios aspectos sobre el origen, estado sanitario y marcaje de los ejemplares. De esta forma, de 5 posibles poblaciones donantes de conejos para usar en la repoblación, se seleccionó la que presentó mayor similitud genética con la de Doñana, en concreto, la de San Silvestre de Guzmán (Huelva). Por otra parte, capturaron el mismo número de machos que de hembras, que fueron vacunados, desparasitados, mantenidos 14 días en cuarentena, marcados con chapas metálicas y radiocollares (para seguirlos mediante detectores de frecuencia) y transportados a medianoche hasta las zonas de suelta. Por último, y como es habitual en este tipo de experimentos científicos, eligieron un área control, zona con iguales características a las del experimento de repoblación pero en las que no se soltó ningún conejo, pudiendo así comparar ambas zonas. 
 
Antes de realizar la repoblación, se realizó una captura de ejemplares residentes en la zona de suelta para colocarles igualmente un radiocollar, de manera que pudieran comparar la supervivencia, movimientos y abundancia de los conejos residentes y de los recién liberados.
 
Los autores diseñaron un experimento en el que se plantearon como objetivo comprobar si el éxito de las repoblaciones dependía de 3 factores: la época del año en la que se realizaban las sueltas, la calidad del hábitat y el número de conejos liberados.
 
1.- Éxito de la repoblación según la época de suelta
Se realizaron 4 repoblaciones anuales durante los meses de enero, abril, junio y octubre con 40 ejemplares cada una de ellas. La supervivencia tanto de los conejos residentes como de los repoblados fue muy similar en todas las épocas, salvo para  los conejos residentes que no habían sido vacunados, ya que el 31 % de ellos murieron en invierno debido a la neumonía hemorrágica vírica. El resultado más sorprendente fue que pese a la alta supervivencia de los conejos repoblados, no se produjo un aumento de la población en los meses de junio-julio (cosa que si ocurrió en el área control), debido al fracaso reproductivo de los conejos por el estrés, la competencia con los residentes y las luchas entre ellos. Por ello los autores recomiendan expresamente realizar las sueltas antes del período reproductivo, cuando la densidad de ejemplares es menor, hay menos competencia y menos agresiones.
 
2.- Éxito de la repoblación según la calidad del hábitat
Para este experimento se eligieron dos zonas, una constituida  por matorral seco con poco alimento y otra de matorral húmedo con mayor alimento disponible (herbáceas y gramíneas), liberándose 160 ejemplares en cada una de ellas. La distancia máxima media recorrida por ambos grupos fue muy dispar, llegando a los 1.026 m. para los conejos liberados en matorral seco y a los 457 m. en los liberados en matorral húmedo …, y claro está, más movimiento, más riesgo de ser depredados, por lo que la supervivencia durante los tres meses siguientes a la liberación  fue de tan solo el 3 % para los conejos del matorral seco y del 43 % para los del matorral húmedo con alimento. Con estas cifras, parece claro que la calidad del hábitat es el factor clave para el éxito de la repoblación, por lo que tendría que considerarse como factor prioritario antes de realizar ninguna otra acción.
 
3.- Éxito de la repoblación según la cantidad de conejos liberados
En este caso, se compararon los resultados de una repoblación realizada con 40 ejemplares, frente a otra con 160 ejemplares en la misma zona en dos años consecutivos con características climáticas similares. Pasados 3 meses de la liberación, sobrevivieron hasta el 77 % de los ejemplares liberados en grupo pequeño (40 ejemplares) frente a tan solo el 43 % de los liberados en grupo grande (160 ejemplares). La causa de tan alta mortalidad entre el grupo grande fue el mayor desplazamiento de los conejos (por competencia con el resto) y el aumento de la depredación. El consejo este caso, es ajustar el número de ejemplares a liberar a la capacidad de carga del medio (número máximo de ejemplares que admite el hábitat).
 
A partir de los resultados de estos investigadores, y con la prudencia que aconseja el no suponer que todas las áreas son iguales ni presentan los mismos condicionantes, podemos sacar varias cosas en claro. La primera que habría que evitar repoblar en pleno invierno (sobre todo si el coto ocupa una zona fría)  y en época reproductiva, quizás febrero-marzo sea el mejor período según las zonas. La segunda, que todo el esfuerzo de capturar (o comprar) los ejemplares, trasladarlos y soltarlos, puede ser baldío si la zona de suelta no cuenta con alimento disponible para los mismos. Por último, cantidad y efectividad no siempre van de la mano, siendo aconsejable analizar previamente el número ideal de conejos a liberar para ajustar nuestro esfuerzo e inversión a la rentabilidad de la acción.
 
REFERENCIA
Moreno, S., Villafuerte, R., Cabezas, S. Lombardi, L. (2004). Wild rabbit restocking for predator conservation in Spain. Biological Conservation, 118: 183-193.


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